Es un mineral (o mejor dicho, mineraloide) de la clase de los silicatos, aunque no posee una estructura cristalina definida. Su composición química es dióxido de silicio hidratado, con fórmula aproximada SiO₂·nH₂O. Su color es muy variable: puede ser blanco, incoloro, naranja, marrón, negro, verdoso o azulado, y algunas variedades muestran irisaciones o juegos de colores característicos. Tiene brillo vítreo, graso o nacarado y una dureza de 5,5 a 6,5 en la escala de Mohs. Presenta fractura concoidea y carece de exfoliación. Suele ser translúcido o transparente en algunos tipos, y opaco en otros. No cristaliza debido a su naturaleza amorfa. El nombre proviene del latín opalus, derivado a su vez del griego opallios, que significa “ver un cambio de color”. En España se ha encontrado en regiones volcánicas como Cataluña y Aragón, así como en áreas silíceas de Castilla y León. A nivel mundial destacan los yacimientos de Australia y Etiopía. Sus principales usos son gemológicos y ornamentales, especialmente en joyería, además de su interés como mineral de colección.
